Desde la Antigüedad clásica griega han llegado hasta nosotros las leyendas y los mitos sobre las amazonas.
Ellas han sido motivo de inspiración en la literatura y en el cine porque han sido el ideal de la mujer guerrera, fuerte y segura.
El mismo nombre no nos es ajeno, ya que hoy entendemos por amazona una mujer de carácter varonil y belicosa que gusta de la guerra, o una mujer que se dedica a ejercicios ecuestres y, en ciertas culturas, aquellas que demuestran especial habilidad en el tiro.
También, cuando decimos amazonas nos lleva a recordar el río más caudaloso de la tierra: el Amazonas, y es que guarda relación, ya que recibió tal nombre cuando los conquistadores españoles se encontraron en sus orillas con tribus indias, cuyas mujeres defendían aguerridamente el territorio y guerreaban como hombres; las llamaron amazonas, como las de las antiguas leyendas. En honor de estas mujeres, el río pasó a llamarse Amazonas.
Las noticias sobre pueblos constituidos exclusivamente por mujeres, en cuya comunidad nacional no había hombre alguno, están repartidas de manera chocante por muy diversas partes de la Tierra y forman, además, parte de los más viejos elementos legendarios que debemos a la tradición: fenómeno histórico universal que participa del arquetipo histórico.
Cuando miramos el mundo del pasado y queremos comprender parte de él, lo que ocurre es que miramos con los ojos del hombre actual y esto hace que se oscurezca aquello que vamos encontrando. Todo lo teñimos con la visión moderna de las cosas: si un hombre es de tal o cual religión o piensa de tal manera, lo que verá será bajo esta óptica de sentir o pensar. Entonces, para mirar el pasado tendríamos que poder mirar de una manera más limpia, sin deformar nuestras investigaciones por tal o cual creencia y saber que la enorme distancia temporal y psicológica que separa a los actores de sus comentadores nubla la exacta valoración histórica y la secuencia lógica de los procesos.
Sobre este tema debemos tener en cuenta que los propios historiadores no tienen unos criterios uniformes acerca de lo que se considera Historia. Se pasa por diversas concepciones: si tomamos los extremos, podemos considerar la Historia únicamente como la exposición escrita que reconstruye el pasado, comprobable por obras escritas o materiales; o aquella visión más amplia que nos habla de una Historia como fundamento y medio de profundizaciones filosóficas, simbólicas y psicológicas.
Un buen observador de la Naturaleza podrá apreciar siempre que el mundo manifestado es dual. Todo elemento cobra valor en contraposición a su opuesto. El hombre debe conseguir la armonía mediante la complementación de los opuestos. En la Historia, esa dualidad se da como patriarcado y matriarcado. Ambos son elementos imprescindibles y complementarios para la Humanidad; el patriarcado, definido por las características masculinas, y el matriarcado, por las femeninas.
La vida está regida por la dualidad, y la meta a conseguir es la armonización de los dos polos. En el caso de lo masculino y lo femenino sería una complementación, donde cada uno aporta sus propias características logrando armonía.
En Europa se asentaron los pueblos indoeuropeos. Aparecen con un carácter altamente patriarcal, lo que supone que no encontraremos un matriarcado absoluto en las fuentes históricas actuales. Sin embargo, como la propia ley de los ciclos indica, dentro de estos grandes ciclos existen ciclos más pequeños, y otros más pequeños dentro de estos últimos, y así indefinidamente, por lo cual probablemente no encontraremos un matriarcado absoluto, pero sí en formas debilitadas, o ubicado en algunos estratos de la Historia.
El matriarcado se alza sobre las características de lo femenino. Hablaríamos de matriarcado donde el arquetipo femenino tiene gran fuerza e impregna y cohesiona el grupo humano de manera profunda.
En el matriarcado resurge una sabiduría natural ligada a la vida. Como todo lo que nace, crece, madura, se corrompe y muere, así el matriarcado encierra en sí estas etapas de evolución. Su nacimiento se alzaría sobre la muerte de un patriarcado. Donde se dan los últimos coletazos de una existencia en su fase de desintegración, se abre paso una reacción contraria. De igual manera, la desintegración del matriarcado traería consigo el nacimiento del patriarcado.
En el País Vasco ha sobrevivido casi hasta nuestros días el matriarcado, donde la diosa por excelencia era Mari. Y la vida familiar gira en torno a la madre, la etxekoandre; ella es el alma del pueblo
Las amazonas estarían viviendo el ciclo del matriarcado. Tienen la necesidad de desarrollar su propio rol.
La mujer tiene necesidad de una existencia más pura, o sea, sin mezcla. Se genera una necesidad de elevación.
El espíritu de la amazona es un paso necesario para el desarrollo humano.
La amazona es la severa doncella de Artemis, siempre solitaria en la noche.
La palabra amazona podría aclararnos algo si buceamos en ella.
Si repasamos su etimología, podemos entender que ama ("en conjunto") y zen ("vivir") suponga "las que viven juntas".
– También, alfa (intensiva) y mazos "pechos" daría como significado "de pecho prominente".
– Por otro lado alfa (privativa) y nuevamente mazos significaría "que no tienen pecho".
Herodoto menciona cómo los escitas las llaman "eórpata", nombre que en griego significa "matadora de hombres". En escita eor es “hombre” y pata, “matar”.
La mitología helena nos las muestra como hijas del dios Ares y de la ninfa Harmonía. Otras versiones quieren que su madre sea Afrodita u Otrera, esta última, hija de Ares.
Harmonía se las crió a Ares como doncellas amantes de la guerra, tras su unión amorosa en los repliegues del bosque Acmonio.
Ares
Dios de la guerra por excelencia, es el espíritu de la batalla.
Es de naturaleza solar, imagen de la guerra y del valor ciego. Sus misterios se referían a la vida y a la muerte: la vida interior y la muerte exterior. Es el terror de la personalidad, el siempre rojo bañado en la sangre del propio sacrificio.
Padre de la victoria, que concluye con bien la guerra, auxiliador de la justicia, dictador para sus adversarios, guía de los varones más justos.
El famoso cinturón de la reina Hipólita, que tiene que tomar Heracles en uno de sus trabajos, era del dios Ares y lo portaba la reina como símbolo de su soberanía.
Harmonía
Puede hacer referencia a la abstracción que simboliza la armonía, la concordia, el equilibrio, etc.
En general, figura en el séquito de las Cárites y de Afrodita o Artemis.
Las ninfas son "doncellas" que habitan la campiña, el bosque y las aguas. Son los espíritus de los campos y de la Naturaleza en general, cuya fecundidad y gracia personifican.
Habitan en grutas donde pasan la vida cantando.
Combate de los elementos negativos para alcanzar un estado superior, una conciencia superior.
Guerra para alcanzar la armonía.
Al ser sus padres Ares y Harmonía, el temperamento de base que tienen nos habla de sus características, su esencia. Lo que las mueve sería la lucha de los contrarios, la guerra; es la oposición de fuerzas contrarias para alcanzar el equilibrio y la armonía.
Lo más general es situarlas cerca del río Termodonte, alrededor del puerto de Temiscira.
Se dice que en un periodo de vacío de poder en Escitia, reinaron mujeres de gran valor.
Desde la ribera del río Termodonte hasta el río Tanais, sometieron a todos los pueblos hasta Tracia. Conquistaron gran parte de Asia, extendiendo su poder hasta Siria.
También existe otro mito acerca de las que habitaban en Libia en época antigua, la estirpe de estas amaz.
Todo lo que existe diferenciado y organizado tiene su previo arquetipo mental, siendo lo objetivo tan solo la "sombra de la sombra". Por lo tanto, ese suceder histórico tiene que tener su previo arquetipo mental, primero en la Naturaleza cósmica, y luego, en sus intermediarios para con la Historia: los mismos actores humanos de los hechos históricos.
Toda cultura o civilización tendría o seguiría un modelo celeste, un modelo que quiere alcanzar.
Cuando hablamos de los dioses, estamos hablando de arquetipos o modelos para el hombre, Ideas que quiere alcanzar. Estos serían doce.
La diosa a la que rinden culto es Artemis.
Ella es la diosa cazadora y, además, guerrera. Todas las leyendas son relatos de cacería que presentan a la diosa salvaje, de los bosques y montañas, cuyos compañeros habituales son fieras.
Ella era hija de Leto y Zeus y hermana gemela de Apolo. Nació antes que su hermano. Por esta estrecha relación con Apolo, participa de la naturaleza de este dios. De aquí que también sea Artemis una diosa de la luz, aunque en este caso se trate de la luz lunar.
Como él, posee el poder de enviar plagas o la muerte súbita a los mortales, así como de curarlos.
Estando sentada en las rodillas de su padre Zeus, este le preguntó qué regalos deseaba, y la diosa responderá sin dudar: "Te ruego que me concedas la eterna virginidad, que me des un arco y flechas como a Apolo, el don de traer la luz, una túnica de caza de color azafrán con un borde rojo que me llegue hasta las rodillas, 60 ninfas fluviales, todas las montañas del mundo y cualquier ciudad que elijas para mí, pero con una será suficiente porque es mi intención vivir en las montañas el mayor tiempo posible".
Y Zeus le concedió todo.
Artemisa era una casta virgen y exigía a sus compañeras la misma castidad que ella practicaba. Esto debemos entenderlo como un símbolo de búsqueda de la pureza, de no mezcla con el mundo material; es pureza espiritual.
Esta diosa representa el espíritu femenino independiente y libre. Cuando niña, ella pide a Zeus aquellas cosas y cualidades que serán los instrumentos fundamentales para la realización de su propia naturaleza.
El arquetipo de Artemisa nos da una mujer independiente, esto es no en el sentido que entendemos hoy de rechazar el mundo, sino que es una conciencia que necesita ser ella misma, necesita caminar hacia ella, encontrarse y desarrollarse a sí misma.
VIDA
Este arquetipo cósmico es el de las amazonas, lo que va a marcar un modo de ser y un modo de conducirse en la vida. En la Antigüedad todo sistema de vida, toda forma de vida deriva de un sistema de pensamiento. La secuencia es: modo de pensar-acción.
La mayor parte del tiempo lo pasan solas haciendo ellas mismas todos los trabajos, los del arado, la plantación y el pastoreo, especialmente de caballos, y las más valientes se dedican de lleno a la caza a caballo, para lo cual se entrenan las doncellas a diario, habiendo sido ellas las primeras en montar sobre estos animales.
Controlaban la administración y todo lo relacionado con el gobierno.
En ciertas épocas del año se unían con los hombres de la tribu cercana para tener hijos; criaban solo a las niñas.
Dedicaban su vida a educarse, a prepararse para convertirse en ciudadanas.
Era un pueblo sobresaliente en la guerra, pues practicaban las costumbres viriles.
Dentro de sus deberes estaba el ejercitarse en el arte de la guerra. Desde temprana edad se seguía disciplina militar. Cada día se ejercitaban en lo concerniente a la guerra.
Debían servir en las armas un periodo determinado en el que mantenían la virginidad.
Ninguna podía tomar a un hombre antes de haber dado muerte a un enemigo. Tenían armadura de hierro. Usaban como armas defensivas pieles de grandes serpientes; como armas de ataque, espadas, hachas y lanzas, y arcos que no solo utilizaban frente al enemigo, sino también en las retiradas, pues disparaban con acierto a los perseguidores en su retaguardia.
Ser eficaces conllevaba tener una férrea disciplina.
Al igual que la virgen hermana de Apolo y su hueste de ninfas, las amazonas hacían sus incursiones, generalmente en grupo y bajo las órdenes de una reina.
Su ferocidad y valentía eran incuestionables. Una de las pruebas que tenían que pasar los héroes griegos era combatir contra ellas. Belerofonte tuvo que enfrentarse a ellas por orden del rey Yobatas.
Hoy se centra la mirada en cómo viven las amazonas, pero tendríamos que cambiar la perspectiva y entender que la dureza que implica vivir en unas condiciones climáticas adversas no se hace por reacción, por huir de esta sociedad, sino que eligen ser ellas mismas.
Las amazonas no viven solas por rechazar el mundo, sino que emprenden un camino hacia sí mismas, de una manera firme y decidida.
Si quieren instaurar un modo de vida y quieren vivir solas, tienen que ser guerreras, no porque quieran, sino porque se van a tener que defender de las agresiones del mundo por tener concepciones de la vida diferente; entonces, se capacitan para la guerra porque van a tener que defenderse.
No es que quieran ser guerreras; lo que pasa es que quieren vivir solas. Por ello, en la educación entra el fortalecimiento y capacitación para poder vivir una vida dura.
MÍSTICA
Para poder desarrollar la plasmación de un arquetipo es necesaria la religión, entendida como un religare, una unión del hombre con lo divino, con lo superior.
Van a tener un sistema de educación, iniciación y cultos para preparar a cada componente del grupo para el camino hacia sí misma, para cultivar el arquetipo de Artemisa en sí mismas.
Tienen Misterios propios de su rol. Por eso, en la Antigüedad estaban instaurados los Misterios, un camino para conducirse hacia lo divino
Se cuenta cómo una de sus reinas habría sido la fundadora de los Misterios de Samotracia. Los Misterios serían la manera de vincularse con lo superior, de realizar la mística, la unión con lo divino.
En la Antigüedad había un sistema educativo dirigido a desvelar la fuerza del propio rol, centrándose en el descubrimiento del camino femenino y del masculino.
Dentro del desarrollo femenino existían tres canalizaciones o expresiones del rol: matronas, sacerdotisas y guerreras.
De lo que era una matrona y lo que era una sacerdotisa nos quedan datos claros, y sabemos de lo estimadas que eran, pero el arquetipo de la guerrera se ha perdido en la noche de los tiempos.
Hace referencia no a la guerra que se establece entre dos pueblos, sino a la que se establece en el interior de cada ser humano, la lucha entre sus tendencias negativas y las positivas. Cuando se mata lo negativo, se accede a un estado de conciencia superior.
Aunque la diosa de intrépido corazón se lanza por todas partes sembrando la muerte entre la raza de las bestias salvajes, Artemisa no tiene solamente un aspecto severo. Le gusta la cítara, las danzas y las canciones de las muchachas, pues no en vano es la hermana de Apolo, el dios de la lira. Según el poeta, "cuando la caza ha alegrado su alma, distiende su arco flexible y entra en la vasta morada de su hermano, en el rico país de Delfos, a dirigir los coros de las musas.
También las amazonas realizaban ceremonias. Por ello, en los cultos a la diosa se celebraban cantos y bailes. En Éfeso y ante la imagen de la diosa al pie de un roble o de un haya, Hipólita, su reina, realizó la ceremonia en su honor y bailaron su danza armada alrededor. Primero, la de los escudos, y después, colocadas en círculo, desplegaron un amplio coro; presidía la danza el canto agudo, y las demás golpeaban en el suelo acompasadamente.
MITOLOGÍA
Las amazonas llegan a nosotros en forma de mitos. Los relatos acerca de ellas entran dentro de la mitología y, como no hay manera de demostrarlos, nos preguntamos tantas veces acerca de su existencia.
¿Qué entendemos por mito? ¿Qué valor le damos al mito?: de entretenimiento
Lo entendemos como un conjunto de leyendas que son relatos de sucesos que son inciertos o no comprobables, pero sobre los que existe una tradición.
Algunos estudiosos que los recogen para estudiarlos de manera más seria son Jung, Cambel, Eliade.
Si profundizamos más acerca de lo que es un mito, lo podemos entender como un fósil, en mejor o peor estado de conservación y que puede datar de muy remotas edades, llegando hasta nosotros por vía oral o mímica. Un ejemplo lo tenemos en "Las mil y una noches" o en las danzas ceremoniales.
Como cuando vemos unas ruinas de una civilización sabemos que por allí pasaron hombres y mujeres, un resto de esa civilización son los mitos, y en ellos queda grabada el alma de un pueblo.
Allí donde no hay o no quedan anales históricos, hay mitos para referirnos a las simbólicas verdades custodiadas por un determinado pueblo. En los mitos nos podemos encontrar la evolución de la Humanidad.
El mito tendría sentido completo, y un contenido humano y profundo.
Los mitos sobre las amazonas no solamente relatarían hechos físicos, sino también hechos psicológicos y simbólicos.
HERACLES
El mito de Heracles es, quizá, el más completo que nos haya legado la Antigüedad clásica. En él aparecen de forma alegórica las leyes que gobiernan la Naturaleza, la psique y la historia del sistema solar.
Heracles era hijo de Zeus y Almene. Hera, la esposa de Zeus, mostró desde sus primeros días un odio implacable a causa de su nacimiento y envió dos dragones a su cuna para que lo devorasen. El niño, sin conmoverse, los estranguló.
Tiene que realizar 12 trabajos. Son 12 pruebas para alcanzar la iniciación. No son inventos. Heracles representa al Sol, y los 12 trabajos son los 12 signos zodiacales que el Sol tiene que pasar a lo largo del año. Son los 12 signos, las 12 casas zodiacales que el Sol tiene que recorrer en su eterna lucha para poder alumbrar el universo.
Uno de esos trabajos será, por orden de Euristeo, un rey, someter a las amazonas y robar el cinturón de su reina, Hipólita.
Es una prueba peculiar.
Por un lado, hay un enfrentamiento hombres-mujeres. Por otro, se persigue tomar el cinturón que ciñe la cintura de una dama guerrera, reina de las amazonas.
Acompañado por voluntarios, Heracles se hizo a la mar y, tras varias escalas, llegó al país de las amazonas. Desembarcó en el puerto de Temiscira, se presentó ante la reina, que le preguntó a qué había ido y esta le prometió entregarle el cinturón. Pero la diosa Hera, llena de cólera, se disfrazó de amazona e iba y venía entre la multitud diciendo que los extranjeros recién llegados querían raptar a su reina; así, ellas cabalgaron con las armas hacia la nave. Cuando Heracles las vio armadas, creyendo que se trataba de un engaño, mató a Hipólita y la despojó del cinturón, tras lo cual se hizo a la mar.
El cinturón, dádiva según algunos del dios Marte y de Venus según otros (poco importa de quién procede), representa la fuerza primigenia que se expresa a través del gancho que atrae y el látigo que repele.
Es el látigo-lazo, emblema del poder, que une por los juramentos a los seres y a los dioses, y vela por su cumplimiento.
En su faceta más elevada, representa la fuerza primera que nació del Espacio, la Diosa Madre, Guardiana de los Juramentos.
Que Heracles obtenga el cinturón de la reina significa que es investido de ígneo poder y realeza, el poder de dar vida y muerte.
La derrota de las amazonas a manos de los griegos es la alegoría del cambio de ciclo, de cómo ese matriarcado, hasta ahora vigente, va a dar paso a un ciclo de signo masculino, o sea, a un patriarcado.
No importa que no hayan quedado elementos históricos. Lo que hay que comprender es que detrás del sistema de pensamiento antiguo hay toda una ideología, aunque no nos queden textos de ella.
A las amazonas se atribuye la fundación de diferentes ciudades: Éfeso, Esmirna, Elea, Sanape, Tiba...
El recuerdo que tenían los griegos de la época de Pericles era la guerra de las amazonas contra los atenienses.
Teseo, que se había unido a Heracles en la expedición contra las amazonas, raptó a Antíope (o Hipólita en otras versiones). Por este motivo, las amazonas fueron a Atenas a pelear, y cuando habían acampado cerca del Areópago, Teseo, con los atenienses, las venció.
Se cuenta que el pretexto que tuvo la guerra de las amazonas no fue una cosa baladí ni propia de mujeres. No habrían acampado en la ciudad ni habrían entablado combate cuerpo a cuerpo cerca de Atenas si, dueñas del país, no se hubieran acercado a la ciudad.
Plutarco cuenta que, a raíz de esta guerra, se celebraba un sacrificio antiguamente antes de las Teseas en memoria de las amazonas en este combate.
Y varios autores las nombran en sus oraciones fúnebres por haber sido vencidas por los griegos (oraciones de difuntos de Platón, Lisias, Isócrates).
Es curioso cómo estos historiadores señalan tumbas que existían de las amazonas muertas en la retirada.
Herodoto cuenta cómo se extinguieron.
En la época que los griegos luchan contra ellas, tras haberse alzado con la victoria se llevaron consigo en tres navíos a todas las que habían podido hacer prisioneras. Pero ellas, en alta mar, atacaron a los hombres y acabaron con ellos, arrojándolos por la borda.
Ellas, que no entendían de barcos, se dejaron llevar por el oleaje y acabaron arribando a territorio de los escitas. Se apoderaron de la primera manada de caballos que encontraron y saquearon las posesiones de los escitas. Estos, que entablaron lucha con ellas, al apoderarse de los caídos se dieron cuenta de que eran mujeres. Entonces decidieron no matarlas, sino enviarles a los soldados más mozos.
Cierto día, un mozo tomó a una que se había quedado sola. El resto de los jóvenes, al tener noticia de lo ocurrido, conquistaron a las restantes amazonas y las hicieron sus mujeres. De aquí queda que las mujeres de los saurómatas siguen fieles a su antiguo género de vida: a lomos de sus caballos suelen salir de caza, tanto con sus maridos como sin ellos; también van a la guerra y llevan el mismo atuendo que los hombres. Y que los saurómatas hablan la lengua escita, aunque lo hacen con solecismos desde antiguo, ya que las amazonas no llegaron a aprenderla correctamente
La historia oficial no afirma su existencia.
En los años 90, en una zona del Kazajistán, algunos investigadores han desenterrado restos de esqueletos de mujeres, entre los que han hallado el de una joven que se calcula que vivió entre el VI y el IV a. C. Junto a ella, una funda con 40 flechas terminadas en bronce, una daga de hierro y un amuleto con marcado significado guerrero (la punta de una flecha muy afilada). La relevancia de estos hallazgos procede de su cercanía al área donde Herodoto ubica combates sostenidos por aquellas guerreras contra los soldados aqueos.
Quizás estos sean los primeros indicios materiales de la existencia de aquella cultura.
El último rastro que dejaron en la memoria de los griegos fue cuando la reina Pentesilea acudió en socorro de Troya mientras se celebraban los funerales de Héctor.
Ella comenzó rechazando a los griegos hasta su campamento, pero al enfrentarse contra Aquiles, este la hirió mortalmente. Momentos antes de expirar, el héroe descubrió su rostro, y ante tanta belleza y serenidad, quedó enamorado de ella. Tersites, un griego, llegó a burlarse de él por enamorarse de una muerta, por lo que Aquiles le mató de un golpe.
¿Para qué puede servir a la mujer actual el recordar a las amazonas?
Estos temas no son simplemente a modo de recordatorio, sino que tal vez, como le ocurrió a Aquiles, que reconoció su alma guerrera con todas las virtudes que había conquistado, al recordarlas nos podemos enamorar nosotros también de ellas, siendo ejemplo e impulso para nosotros. No se trata de imitar a los griegos o a ellas mismas, sino de recoger su espíritu, algo que nunca muere, y nunca será tarde para recrearlo en nuestra vida.
Aquiles se había enamorado de una mujer que había alcanzado valor, nobleza, generosidad, los ideales para los que se había educado... Por ello, nosotros traemos a la memoria a aquellas mujeres para enamorarnos de estos ideales, y ellas pueden ser fuente de inspiración para alcanzarlos y conquistarlos.