fisica cuantica

Supone un importante debate filosófico y científico, que se remonta a Platón, si bien tiene connotaciones metafísicas que trascienden el mundo de la ciencia.

Los creativos culturales encuentran en ella una nueva fuente de inspiración porque las películas les ofrecen un posible modelo de integración, al mismo tiempo que populariza la duda sobre la naturaleza de la realidad, restringida hasta ahora a ámbitos académicos.

¿Cómo somos? ¿Cómo percibimos la realidad? ¿Se puede modificar? La física cuántica intenta dar respuestas a las preguntas más filosóficas y hacer, de algún modo, palpable eso que se intuye pero no se ve.
Muchas películas como “Matrix” (especialmente, la primera), “Minority Report”, “¿Y tú qué sabes?”, muestran algo más que lo que nosotros aceptamos como realidad, así como la obra de Calderón de la Barca La vida es sueño, o Un mundo feliz (Huxley, 1932) y el personaje de Alicia en el país de las maravillas, a la cual le suceden cosas inexplicables.
Muchas de estas obras tienen un telón de fondo; este telón se llama mito de la caverna y nos lo enseña Platón.
El mito de la caverna es una explicación alegórica, realizada por Platón en el VII libro de La República, de la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Así, Platón explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable mediante la razón).
Platón describió en su mito de la caverna una gruta cavernosa, en la cual permanecen desde el nacimiento unos hombres hechos prisioneros por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna y no pueden escapar. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de lejanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la Naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.
En este mito, el ser humano sería identificado con los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (mundo sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, sería el mundo de las ideas, en el cual la máxima idea, la idea del Bien, es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna, conociendo así el mundo real. Es este prisionero, ya liberado, el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real; es el símbolo del filósofo.
La situación en la que se encuentran los prisioneros de la caverna viene a representar el estado en el que permanecen los seres humanos ajenos al conocimiento. Únicamente aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas, volver a mover sus entumecidos músculos, podrán contemplar el mundo de las ideas con sus infrautilizados ojos.
Este tipo de alegoría, en la que se pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o ser forzados por poderes fácticos, es repetida durante la Historia por muchos filósofos u otros autores.
La consecuencia de esta tesis es que el sujeto es el artífice último de lo real y que, cuando descubrimos la estrecha relación entre el mundo interno de las personas y lo que acontece en su entorno, alcanzamos la capacidad de alterar la realidad, una de las más antiguas aspiraciones humanas.
El argumento sobre la estructura cuántica de la realidad se completa en las películas con recientes descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro, capaz de reaccionar de la misma forma tanto respecto a un objeto real como a otro imaginario, siempre que una emoción esté asociada a estos procesos.
Este descubrimiento lleva a los protagonistas a proponer una mayor atención a los procesos de pensamiento y a la profundización en las emociones, al considerar que una revisión profunda del interior humano puede ayudar a comprender mejor el mundo que nos rodea y a hacerlo más habitable y confortable. Y, sobre todo, mucho más feliz.

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