Tiempo

¿Cuántos inexorables hay en la vida?: envejecer, morir, enfermar... Pareciera que serían todas aquellas cosas que nada tienen que ver con la intervención humana; por ejemplo, es inexorable que el sol brille y dé calor durante su existencia; es inexorable que los ríos corran hacia el mar; es inexorable que las nubes se descarguen cuando encuentran una corriente de aire que condense el vapor en líquido, etc.

En realidad, tiene que ver con todo aquello que no atiende a ruegos, pues esta palabra significa literalmente “aquel al que no se le puede suplicar ni convencer”. Es un cultismo que viene del latín, que se compone del sufijo –ble (“que puede”), y del prefijo in- (no), sobre el verbo exorare (suplicar, exteriorizar ruegos), compuesto de ex (de un interior a un exterior), y orare (rogar, suplicar).

Pero parece que siempre lo aplicamos a lo material, a lo que está temporalmente manifestado y con una actitud de resignación por nuestra parte; pero también responde a lo inmaterial; por ejemplo, es inexorable que nuestros corazones sean invadidos por el amor, es inexorable poner en marcha nuestra voluntad en la vida, es inexorable sentir la necesidad de buscar conocer... Y ¿la evolución?, ella tampoco atiende a súplicas: es inexorable que toda conciencia busque ser mejor, más perfecta, más verdadera.

Quizás creemos que lo podemos retrasar, pero eso solo nos proporciona dolor y angustia, porque no podemos ir en contra del río de la vida, que corre con fuerza hacia el mar de la culminación. Por eso nos sentimos libres cuando estamos en el camino que conduce a lo mejor de nosotros mismos, cuando mente y corazón se unen para caminar hacia lo bueno, lo bello, lo justo y lo verdadero. ¡Decídete! Es inexorable ser mejores.

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