LOS CUATRO ROSTROS DEL ALMA MASCULINA
Nos basamos en un conocimiento tan antiguo, que está referido a lo que mucho tiempo atrás se llamaron “dioses”, y a la vez tan actual como lo que Jung llamó “arquetipos”.
¿Para qué nos puede ser útil descubrir esos dioses o arquetipos? Para tomar contacto con la idea de que existen leyes y principios de la naturaleza que son modelos de comportamiento.
Hablamos de fuerzas o poderes que siendo parte constitutiva del cosmos en que vivimos, actúan en nosotros sin que sepamos de qué se trata… de ahí que los griegos tenían como máxima en Delfos: “Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al universo”.
Acercarnos a un aspecto de la realidad humana, lo masculino, nos ayuda a entrar en “el otro” y acceder a la totalidad.
Estamos ante un saber muy necesario en el mundo en el que vivimos, con tantos conflictos interiores y exteriores que hacen sufrir a los seres humanos por turnos o a todos a la vez, y esto es una buena guía para entendernos a nosotros mismos y a los demás; en definitiva, para poder convivir y comprender algunos de los fenómenos que gestamos los seres humanos.
Lo extraordinario de la cuestión es que Jung descubre que las figuras mitológicas y simbólicas de los dioses que alimentaron a toda la cultura europea durante siglos, no nos son extrañas y siguen en nuestro inconsciente en forma de modelos, por eso él les denominó arquetipos, ideas que nos ayudan a crecer y asumir las diferentes transformaciones que se presentan a lo largo de nuestras vidas.